lunes, 3 de junio de 2013

RICARDO pintor... una bailarina, dos, tres...


 Explicaba en clase el principio básico del proceso creativo, que de alguna manera puede aplicarse a cualquier “plasmación”.

Primero existe el deseo de algo, en este caso yo deseo pintar una figura en movimiento –que me encanta, me gusta mucho- y busco específicamente una bailarina, una bailarina en movimiento.
La busco en revistas, libros en internet, de hecho hago una colección de figuras que me han gustado y de ellas escojo una.


Segundo paso: la hago mía, me la apropio y, ¿cómo le hago?... la dibujo, la dibujo, la dibujo y finalmente hago muchos dibujos; algunos son éstos que podemos ver:











TERCERO: ya grabados en el “softwork” me es posible libremente sin trabas -de cómo es que es ¿?  - pintar, dejar que la inspiración surja, permitir a la intuición hablar, dejar que lo que ya se,  sea… el oficio es una herramienta al servicio de lo que yo quiero –(esto es igual en cualquier actividad creativa, de negocios, de la resolución de un problema familiar, de la construcción de una mesa o una casa… la ley se aplica igual.)-
CUARTO: juego, disfruto, sufro, dudo, me frustro, me regocijo, decido, acepto, rompo, defino, me alegro, y finalmente concluyo… Esto que recién termine me sorprende, me gusta, estoy satisfecho (esto no quiere decir que se la obra maestra universal y bla bla bla. Es lo que es, es lo que pude hacer con mis medios, mi talento y mis circunstancias, justo ahora en este momento).















QUINTO… hago una, dos, tres, cuatro, cinco y seis bailarinas, cada una con su propia circunstancia.

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