viernes, 6 de diciembre de 2013

Museo Soumaya: una gran experiencia




Espléndido y genial… hay algo de serpiente, de reptil, de saurio, en la sensación de la textura de las placas... o de bolso carísimo de señora rica.



En el último piso se abre el espacio de esculturas y con lo primero que me encontré fue con las divertidas esculturas de Dalí… que están hechas más para sorprender en un pequeño y misterioso jardín o en un nicho íntimo de algún palacete, que en esta enorme sala; de cualquier modo, me encantaron, son muy divertidas y juguetonas.


Dos obras geniales y dos genios: Jorge González Camarena y David Alfaro Siqueiros. Vale la pena mirarlas con calma  y detenimiento, sentarse a verlas.



Vlamink: intenso y dramático; Chirico: metafísico y reflexivo... dos joyas que se pueden ver y ver y ver y no se acaban de ver.



Edgar Degas: se ve el trazo, el pastel, el papel, el trabajo y la intensidad de Degas.
Un pequeñito dibujo de una niñita de Renoir, se ve el doblez de la hoja, el trazo, la dulzura de la niñita.
Un clásico Corot de espléndida manufactura; paisaje mágico y natural simultáneamente.


Las tres sombras (Adán tres veces), de las puertas del infierno de Rodin. Estas poderosas figuras representan fielmente el poder creativo de Rodin su intensidad, su manejo genial de la anatomía, expresando con ella lo que quiere. Igual sucede con la escultura de la derecha, "la Edad de Bronce", una de las primeras obras que saca a Rodin del anonimato.

Por cierto, muy amablemente me pidieron que no me recargara en la base de la escultura. Esto es algo maravilloso del Museo Soumaya: uno puede acercarse a las obras con total naturalidad, sin alarmas y retenes, se agradece este gesto de naturalidad y cortesía.

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