EL FINAL DE UNA "FIESTA BRAVA"
Un breve homenaje a los Toros y a los Toreros
Seguramente estamos presenciando quizás los últimos años de
la “fiesta brava”. Fin de esta feroz, intensa, bellísima puesta en escena de
“circo romano”. Es compleja como muchas cosas inentendibles en la vida y no es posible verle desde una óptica lineal y simplona. Es el eco de una ceremonia antiquísima de muerte y vida
con mucho más profundidad de la que se aprecia a simple vista, que viene desde
Creta o más lejos aún. Pero no es el sitio para profundizar en su sentido. Porque también es la frivolidad del domingo
Taurino, el puro oloroso, la bota de vino, el salero, la galanura, la fiesta social y la muerte atroz del toro y de algunos
toreros, que también mueren, y que son aplaudidos o abucheados, según sea el caso, por ese otro monstruo que somos todos nosotros, tan antiguo como la misma fiesta. El Minotauro: mitad hombre, mitad toro, metido en el laberinto tenebroso donde hay que ir a enfrentarlo matarlo y salir
de él… con el auxilio del hilo de Ariadna (el Alma).
¿Por qué lo pinto? Por la misma razón que pinto cualquier
cosa, por la estética contenida en ello, el movimiento, la danza, la fuerza, el color, la evocación de sentimientos y emociones misteriosas.
EL TORO ROJO. El toro, como representación de la fuerza bruta, ciega, sanguínea, con la absoluta determinación
de matar a quien se le ponga enfrente es lo masculino fecundador, es la
naturaleza ciega y feroz y al mismo tiempo su contraparte, la vaca, nos da
alimento, seguridad, y representa lo femenino dador de vida.
DANZA. La fiesta misma es aglutinada por la belleza y la estética
de los movimientos, es una danza ritual de muerte, de peligro, de aplausos, de
risas, de respiraciones sofocadas y de explosiones de júbilo... pero es la estética
la que finalmente conmueve y le da sentido .
Esta pintura pretende detener ese momento de estética, donde
todo es movimiento ritmo y color.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbO1ZrLoLOYKaUAsSdNS9yGz2EtJ7OaxbAilITNR40vc6HErXoiNbug7USvi_AaUvx25gTTuBPwCQkO2xHLNQk1O6pS8_PICSz4NGyIWhUWvcO5SsPm0XbmEV12k8qnACkD47E_cNTF3k/s1600/PASE.jpg)
EL PASE. El momento de más peligro es éste, cuando el toro pasa engañado y pudiera sentir en el trayecto algo que le haga reaccionar y cornear al torero que, como muñeco de trapo, saldrá por lo aires y será pisoteado por la fiera ciega y feroz que buscará engancharlo y rematarlo. En realidad, las banderillas y el picador sirven para bajar la fuerza del toro, si no, no sería posible realizar nada, de tanta fuerza y fiereza que contiene.
Evocamos las imágenes de Bellas doncellas, desnudas de los senos, que esperaban a que el toro embistiera y con un pequeño toque en la cabeza lo brincaban grácilmente… ¿qué sentido tenía?, ¿para qué? Es un misterio apenas adivinado y supuesto, de un pueblo misterioso y lejano.
TORO NEGRO. Si alguna vez han visto de cerca un toro negro de lidia, que les mira de frente, que al sacudirse una mosca hace patente su fuerza de media tonelada de músculos... inspira absoluto respeto y poder.
Lástima, estos maravillosos ejemplares desaparecerán de la
faz de la tierra, ya que no tendrán sentido y sólo quedarán esos domados y
castrados ejemplares que engordamos.
SOSTENIENDO. El torero sostiene “el engaño”, azuza a la fiera
a que “ataque”, que embista; lo hace y
al mismo tiempo tiene que estar templado, seguro, muy masculino, conteniendo su
miedo.
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