Explicaba en clase el principio
básico del proceso creativo, que de alguna manera puede aplicarse a cualquier “plasmación”.
Primero existe el
deseo de algo, en este caso yo deseo pintar una figura en movimiento –que
me encanta, me gusta mucho- y busco específicamente
una bailarina, una bailarina en movimiento.
La busco en revistas, libros en internet, de hecho hago una
colección de figuras que me han gustado y de ellas escojo una.
Segundo paso: la
hago mía, me la apropio y, ¿cómo le hago?... la dibujo, la dibujo, la dibujo y finalmente hago muchos
dibujos; algunos son éstos que podemos ver:
TERCERO: ya
grabados en el “softwork” me es posible libremente sin trabas -de cómo es que
es ¿? - pintar, dejar que la inspiración
surja, permitir a la intuición hablar, dejar que lo que ya se, sea…
el
oficio es una herramienta al servicio de lo que yo quiero –(esto es igual
en cualquier actividad creativa, de negocios, de la resolución de un problema
familiar, de la construcción de una mesa o una casa… la ley se aplica igual.)-
CUARTO: juego,
disfruto, sufro, dudo, me frustro, me regocijo, decido, acepto, rompo, defino,
me alegro, y finalmente concluyo… Esto que recién termine
me sorprende, me gusta, estoy satisfecho (esto no quiere decir que
se la obra maestra universal y bla bla bla. Es lo que es, es lo que pude hacer
con mis medios, mi talento y mis
circunstancias, justo ahora en este
momento).
QUINTO… hago una, dos, tres, cuatro, cinco y seis bailarinas, cada una con su propia
circunstancia.
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